martes, 8 de noviembre de 2011

Hugo Argañaraz y su arte


"El arte no es una simple distracción o una manera agradable de emplear el tiempo, como algunos parece que creen, sino una necesidad imperiosa de nuestro espíritu, un alimento necesario a la parte más noble y más grande de nuestro ser, algo que viene a aliviar la dura y pesada carga de las necesidades de la vida material: para abrir nuestros ojos a un mundo solo sensible al espirítu; para mitigar el dolor cruel que en todas partes nos rodea y persigue, y sin sustraernos un instante si quiera, a tantas tristezas y agoísmos, dándonos un presentimiento de nuestro noble y grande fin"                                       
                                                                                                                                        Hugo Argañaraz




Hace 30 años inicié el camino de la pintura en forma ininterrumpida. Mi padre, don Absalón, pintor paisajista, ya estaba enfermo. Por el conocí al hombre sencillo del campo y los intelectuales de mi provincia. Por el conocí a ver nuestro cielo, el sol, el paisaje…



Así empieza su relato Hugo Argañaraz, nuestro artista seleccionado. 
Hoy visitamos su casa y nos habló sobre su vida, su trabajo y su familia.

Me formé como técnico y armé mi familia, disfruté de esa forma de vida colmada de amigos, con paz y tranquilidad. Encontré al verdadero Santiago del Estero en 1977. El Consejo Provincial de Vialidad me envió a trabajar en Árbol Blanco, en el departamento de Moreno. Esa experiencia fue fundante. Vi el encanto del espectáculo del monte. Vi las formas y rudeza de los árboles, conocí sus habitantes silvestres, el tabú, el puma, la iguana. Me integré con esos solitarios pobladores que me enseñaron sus experiencias de vivir… o quizás de durar. Comprendí la necesidad del rancho.


Por mi formación sabía que el ojo piensa, que las imágenes percibidas llevan consigo cargas de imaginación, de sensibilidad. Veía mi entorno con esos ojos, el maravilloso cambio de colores de las estaciones, del reflejo del salitral, de los bañados o esos plateados de la luna. A veces dolía tanta belleza, entendí porque mi padre pintaba paisajes.
Primero compartí mis imágenes con mi familia a través de relatos y apuntes al azar, luego con los amigos cercanos, mas tarde ya pintaba por una necesidad interior.

Supe que los caminos del artista son difíciles, pero en lo íntimo algunos me herían por ser joven y pintor de paisajes. Por estar fuera de la moda y lo efímero ¿Cómo no ser paisajista si viví en el paisaje, al aire libre sintiendo los vientos, el ruido, los olores, los colores?



Hugo y su relacion con la quimica









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